Haga el ejercicio en este momento, si le apetece, piense en algún concepto del que necesite zanjar alguna cuestión. Si leer estas líneas genera que usted “escuche” voces debatir la idea, rumiar las palabras, buscar los conceptos; activa todo un Reino mental lleno de habitantes, estructuras y potencias; ¡lo ha descubierto! O tal vez sólo tenga un chispazo fugaz, una suerte de noción de “algo pasó por aquí”, un eco, una silueta en la neblina, alguna onda de movimiento en la superficie del agua… Existió “algo” que se encendió en el momento en que pensé.
Muy bien, estamos en contacto con nuestro Reino Psicológico, o como lo denominaba Samael Aun Weor (gnóstico moderno), “el país psicológico”; como me gusta pensarlo a mí: “el Infierno” (no se quede con la noción estrictamente “malvada y de castigo” de esta idea, hay mucho más que eso). En este “lugar” se suceden todos los mecanismos, pactos, actividades, negociaciones, seducciones, crímenes, ilusiones, pasiones, etc.; que rigen nuestras existencias en este plano. Aquí nacen las óperas, las películas y canciones, el arte y la filosofía; el saber humano. Se crean jerarquías y principados, reinos y sub reinos, se divide políticamente a las poblaciones; todo este universo psicológico se expande y se contrae bajo nuestra voluntad. El Big Bang y el Big Crunch se alternan, como sístole y diástole de aquella realidad. Esto es menos evidente a veces, ya que podemos recorrer las calles de este Reino, de esta ciudad maldita y bendecida al mismo tiempo. Y perdernos, asustarnos, incluso sentir dolor (mucho de esto lo reflejamos por las cosas que vemos y sentimos en este mundo, pero realmente nada puede dañarnos). A veces se puede sentir como si la conciencia estuviera en una licuadora, siendo desgarrada y tironeada en todas direcciones. Como una jauría de chacales depredando un venado o un “cordero”. Estamos viviendo “la Pasión”, el calvario, el “vía crucis” y la crucifixión. Todo. Cambian los personajes, el orden de los factores, la longitud de los actos, la cantidad de extras, los efectos; la forma en que impactan estos momentos; pero siguen siendo una cantidad limitada de recursos. Existe en este Reino el concepto de “escasez” y una economía propia. Podemos ver un “código”, los bloquecitos del LEGO que forman toda esta estructura que tenemos delante de nuestra percepción. Hay una cantidad finita de conceptos y fundamentos que la psique puede usar. Descubrir y aislar estos “bloques fundamentales”, estos arquetipos, es una tarea titánica y digna de un héroe. Esta es la conciencia que ya ha perdido la inocencia y se adentra en el bosque oscuro, en la panza de la bestia. Empieza el viaje.
Muy bien, para algunos todo lo que escribí anteriormente puede ser “la noción de que acá pasó algo” o “una silueta en la neblina”. Una brisa leve, una suerte de fragancia difusa casi irreal. Si afinamos los sentidos, y nos alejamos más, vamos a reconocer algo. Hemos pensado, las voces hablaron y “llegamos” a una conclusión. Enunciamos la conclusión, he aquí la “idea”, la espada forjada en la fragua infernal, la joya maldita que sólo puede destruirse en el punto más denso y maligno del Reino Psicológico, el Mordor de Tolkien. Cada vez que pensamos, la psique utiliza recursos finitos para elaborar ideas. He aquí el truco de magia, el circo con sus payasos, leones y acróbatas, la feria itinerante en todo su esplendor; el show. Todo eso “que pensamos” está allí delante nuestro, frente a nuestra conciencia. Podemos usar nuestros sentidos, para ver, oír, tocar, saborear y oler esta realidad mental. Cuando pensamos, estamos “creando” en este Reino. La imaginación y el cálculo existen por accionar de nuestra Voluntad en este Reino; lo racional y lo irracional coexisten en este universo. Aquí creamos nuestras grandes obras maestras, las esculturas psíquicas que regirán nuestras vidas temporales, en este lugar “nos identificamos” y “somos”. Somos profesionales, artistas, educadores, honrados, criminales, fieles, mentirosos; etc. Las máscaras se alternan, esculpimos a gusto cuantas máscaras querramos. Tenemos crédito infinito, podemos tomar toda la deuda que queramos, luego se nos explicarían las formas de pago y las tasas de interés; por ahora sólo debemos “vivir” y “aceptar todos los favores, ideas y nociones”; firmar el pacto Mefistofélico, el cheque en blanco del alma… Y así vamos, bailando al compás de este país maldito lleno de bendiciones y artilugios. Es irresistible. El Vampiro ya entró en nuestra morada. Con un poco de energía bastará, no nos pasará nada. Unas gotas de sangre y el vampiro se va a ir ¿verdad?
No “somos” lo que pensamos. Esta es una primera conclusión totalmente cuestionable y desmenuzable en la picadora psíquica, por favor no erija una estatua a este concepto; sólo déjelo penetrar en los ladrillos de su hogar cual humedad corrosiva. Una enredadera espinosa, venenosa incluso. Una serpiente silenciosa que le susurra al oído. No “somos” lo que pensamos. Estamos “viendo” un recuerdo, estamos “diciendo” tal concepto, “indagando” esta idea. Hay alguien o algo que está escuchando todo esto. Alguien o algo que nunca habla. Que no dice. Un vacío lovecraftiano visto desde la perspectiva de la psique. Desde el Reino Psicológico se puede ver como un agujero negro colosal, o la mas pura nada. Una llanura aterradora y hostil, un nirvana de paz disolvente y aburrido. El sol negro.
Sol Negro Nórdico (símbolo esotérico)Pero desde la conciencia, desde el Ser, desde el “que escucha pero no habla”; esto es el Paraíso. El cielo, el jardín del Edén. El País Psicológico tiene expertos estudiando veinticuatro horas, los trescientos sesenta y cinco días del año, sin parar, escrudiñando los misterios de este “otro reino”. La luz mental no entra, nada sale de allí. Es el centro de todo, nada sale de él, todo entra en él. Todo se pliega como un origami japonés, tomando formas de simples a complejas, llegando a las tecnologías 8K, la blockchain y tecnologías de punta; todo por influencia de la Voluntad que “emana desde el centro”. No hay conclusiones determinantes por parte de los científicos del Reino de la Razón, la Voluntad se comporta como onda y partícula, es y no es. Una entelequia, algo que manipula su realidad y que tiene relación con la conciencia, pero no saben cuál es esta relación “¡La Voluntad no existe, pero vemos sus consecuencias!” exclaman.
Somos ese “centro”. El paraíso es el Ser, y no sólo podemos saberlo, lo sentimos. Cuando vemos desde nuestra conciencia, sabemos que no somos lo que pensamos. Porque “estamos pensando, por lo tanto algo o alguien piensa”. Vivimos el presente, estamos aquí y ahora, nada importa (no en el sentido “mental” nihilista, no estamos pensando lo que pensamos), somos sin más. Lo que se siente cuando uno está situado en su centro es una profunda Paz. He aquí una nueva conclusión, falseable y triturable, pero este científico parece poder observar “las sombras” que detecta su telescopio, los vacíos entre las estrellas. Este ciudadano del País Psicológico es el único que puede traer “información” del más allá. El Prometeo psíquico, el Lucifer de esta Creación, el Mimir de nuestro pozo de la sabiduría; la deidad anfibia que cohabita dos ecosistemas, el ángel caído que puede ascender a los cielos; incluso el Caronte que nos lleva en su barca, el Virgilio de nuestro Dante…
Caronte en su barca Lucifer cayendo a la TierraPrometeo con el fuego de los dioses
Admiro a este aspecto de mi psique, por sí no lo había notado. Es regente de todo el universo mental. Puede ser cruel y muy exigente, así como la cosa más atractiva y deseable, apasionada y amorosa. Cada quien tiene su “Lucifer”, algunos lo escuchan más, otros menos. Algunas personas lo adoran, poniéndolo por encima de la conciencia (imagine una estatua intentando tapar el sol). Y muchos, casi todos, “son” su “Lucifer”. Se identifican con el demonio divino, el más “todo” de todos los todos. Pero no, he aquí la cuestión. La conciencia sigue moldeando y observando con la Voluntad. Con o sin Rebelión de la psique. Es por esto que la redención de este Prometeo es lograr entregarse a este vórtice oscuro, a este sol abrasador. “Ser en él” por un momento, aunque sea. Somos ese “centro” y no podemos confirmarlo desde la mente. Debemos experimentarlo. Vivir el ahora, silenciar la mente desde dentro, amar a Lucifer como siempre y que él pueda amar a Dios nuevamente (la conciencia es Dios para este ejemplo). Es, en esa lágrima divina del rostro prometeico, que somos genuinamente. Y lo último que va a sentir es alivio, y una profunda y arrullante Paz. No otra cosa, no otras emociones o nociones. Paz. Para muchos, cuanto más tiempo reine esta Paz, más florece el Amor. Y allí podemos permanecer un instante y tarde o temprano toda la eternidad. Se han calmado las aguas, y podemos descansar. Nuestro corazón está en paz, ya podemos entrar a guerrear de nuevo (continuar viviendo con la ayuda de nuestra psique)
No somos lo que pensamos. Somos el que escucha las voces y nunca habla. Somos nuestro centro del que todo emana y nada a la vez. Estamos aquí y ahora, sentimos Paz. El Amor es lo único que existe en ese instante. Todo nuestro esfuerzo cultural, artístico y científico se avoca a descubrir la Conciencia. La Piedra filosofal o la espada del Rey Arturo, son herramientas de la psique que han sido imbuidas de sagrada conciencia. Buscamos ser, y solo algunos descubrimos este misterio y lo traemos a la tierra. Podemos describirlo, examinarlo, pesarlo, cuantificarlo de múltiples formas; pero no todos podrán seguir estos conceptos y nociones; sólo aquellos que hayan iniciado el viaje. Los héroes ya están sintiendo el llamado, he aquí un elemento mágico que le permitirá atravesar todo el Reino Psicológico, no se pierda en sus callejones, no se tiente con sus zonas rojas y seducciones, no mire atrás con añoranza… Sea ahora. O no, ya que finalmente tal vez descubra, que no tiene que realmente hacer nada al respecto. Todo lo contrario.